viernes, 1 de agosto de 2008

AL FRESQUITO



Hay cosas que te demuestran lo material o lo cómodos que nos hemos vuelto, pues todo es poco para que disfrutemos y pasemos un buen rato.
Invertimos nuestros ahorros en ordenadores con los que poder visitar mil sitios o hablar con personas lejanas sin movernos del sofá (si son portátiles y podemos hacerlo tumbados mejor que mejor), consolas de videojuegos donde podemos jugar un partido de fútbol sin correr, televisiones de plasma enormes donde poder ver la porquería que emite a diario cada cadena (o la del cuarto que solo usamos 5 minutos diarios hasta caer rendidos), dvds con home cinema incorporado para ver la peliculas bajadas con el emule sin calidad ninguna y así podriamos enumerar cientos de cosas con las que creemos que vamos a disfrutar y al final no es para tanto.
Llegados a ese punto en que te das cuenta que nada te divierte decides vestirte y salir con tu familia a tomar una cervecita al fresquito. Y allí, sentado en una silla de aluminio te das cuenta que por 26 euros que me costó las gambitas, el adobo y el par de cervecitas e disfrutado más que con todo lo dicho anteriormente.
Y es que nada se puede comparar a esa intimidad que aunque parezca extaño da una terraza llena de gente.
Quien sabe, quizá hoy vuelva a apagar la televisión de plasma y vuelva a disfrutar del fresquito...
Por cierto, a los 26 euros hay que añadirle 5 más de unos helados que despues nos comimos en un banquito de madera, donde la intimidad quizá fue mayor, si es posible...

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